Conflictuada

Anoche no deje dormir a mi Amo. Y es lamentable despertarlo cinco veces para preguntarle si está enojado – intentando calmar mi ansiedad – en una de las pocas noches que no tenemos a los niños a nuestro cuidado. Al despertar me pidió una explicación coherente sobre mi comportamiento, y yo no supe cómo responder. Cuando aquello pasa en general escribo – y de ahí que viene la idea de este blog -.

Les entregó contexto: con Lior llevamos juntos un año. Desde los inicios queríamos ser kinky – así nos encontramos mutuamente en un chat – pero rápidamente nos fue quedando claro que también seríamos pareja. Ese conocimiento fue una sorpresa si pensamos que por lo menos en la comunidad sadomasoquista de nuestro país, las parejas amorosas que mantienen relaciones de Dominación y sumisión son muy escasas, y si bien es un bien preciado, aparece con poca habitualidad. Casi como encontrar una aguja en un pajar. En la generalidad, lo común es mantener una doble vida: pareja amorosa, por un lado, Dom y sumisión en otro. Ese también era nuestro caso antes de conocernos.

Al conocernos, Lior tenía mucha más experiencia práctica que yo; yo contaba con conocimiento sobre el tema, y uno que otro intento fallido de llevarlo a la realidad. Adjudicó mis fallos a mi necesidad tan específica: ser guiada y dominada las 24 horas del día, los 7 días a la semana. No me venía bien el encuentro ligero para sesionar (lo intenté), pero a Lior sí, era su tónica desde la primera adultez. Y bueno, si bien en eso nos diferenciábamos, también encontramos un punto en común: anhelar una relación amorosa sostenida en el Ds, pero ser inexpertos en ello.

Como se imaginarán, no es para nada fácil iniciar una relación de disciplina doméstica y a la vez sentar las bases de una convivencia amorosa y familiar vainilla. Priorizando nuestros valores a nuestro deseo mantenemos oculto nuestro lado kinky de los niños, amigos y familiares (o lo más oculto que podemos). Lo sostenemos como una doble vida apartada de lo social. En ello, nuestros – pocos – momentos a solas en que podemos ser libremente Dom y sumi son tan importantes para nosotros como lo serían las citas e ir al cine para las parejas vainillas.

Entonces, ¿qué explicación le puedo dar a Lior para que comprenda por qué desperdicié una de nuestras valiosas noches privadas? Se supone que estoy escribiendo esto para mostrárselo, así que aquí va mi teoría mi amor, mi Amo: Sé que usted trabaja día a día en entrenarme, en mantener mi sumisión. Sé que hace un esfuerzo para seguirme con la mirada cuando vamos a comer en familia y quiere asegurarse de que estoy apretando su mano para dar esa primera mascada, implícitamente, sin que nadie más lo entienda. Sé que se desvive por buscar formas para corregir mis desobediencias sin que mis castigos generen ruido en nuestra casa, ni sean visibles para nuestros niños. Sé que llega cansado y solo quiere mi cariño y mi obediencia, mi vulva siempre lista para el jugueteo de sus dedos, buscando la calma. Y a pesar de ser consciente de aquello y de mis múltiples formas de servir y demostrarme suya, también sé que se me dificulta resolver el conflicto interno que nos acompaña desde los inicios. Mi conflicto interno. Aquella voz pequeñita que vive en un doble fondo de mi cabeza y que me pregunta si estará bien ser castigada como una niña y sometida por mi pareja. El conflicto de lo kinky en desencuentro con lo vainilla. Creo que esa voz no existiría sesionando con un Dom a quien viera por fuera de mi “vida vainilla” – y me parece que ustedes estarían de acuerdo con esta creencia -, pero como en nuestra relación convivo más que como una sumisa, y mi Amo también es Lior, y yo también soy Haba, la realidad de esa voz existe, y se hace más compleja. 

Estoy segura de que ahora saltarán puristas de nuestro mundo kinky – ojalá que me lean, para crear un debate – a enfatizar que un Amo es un Amo SIEMPRE, y una sumisa es una sumisa SIEMPRE. También pienso que vendrán mujeres atacadas por mi decisión – de mujer – de ser sometida (pero eso es material de otra entrada). Y si amigos puristas, estoy totalmente de acuerdo con ustedes, un Amo y su sumisa debieran ser siempre lo que son. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en pensar que porque aquello debiese ser así, uno llega a esa cima solo porque es así. Más bien creo que se debe hacer así, trazar un camino hasta llegar ahí, respetando el modo en cada pareja/Ds lo intenta. En nuestro modo hay inconstancias y contratiempos: por ejemplo, a pesar de que nuestro único momento para corregir las faltas del día es la noche, a veces lo dejamos pasar – después de ir al parque con los niños y tener nuestro momento de pareja y gestionar el hogar – porque a veces el agotamiento nos abruma e incluso un castigo pierde prioridad.

Esto ha llevado a que yo sea cada vez más demandante como sumi con mi Amo, por necesitar su exigencia, y que Él cada vez sea más duro conmigo cuándo estamos a solas y tenemos la oportunidad. Por lo mismo, en los últimos dos días solo hemos dejado la cama para dar un pequeño paseo por nuestro barrio de monjas y templos. El resto del tiempo estuve encadenada, maniatada, exhibida y amordazada con mis propios jugos en la boca. También pasé bastantes horas con mi culo al aire, rojo y ardiente, en un éxtasis de agradecimiento y vulnerabilidad. 

Mi Amo está usando este tiempo para recordarme mi lugar, ser Su propiedad, y esta es su forma de hacerlo: usarme, probar mis límites y azotarme incluso cuando mi comportamiento ha sido el que Él espera, y no exista una razón de peso para ello. Pero existe un gran problema, y es el que nos lleva a la pregunta de por qué ayer no nos dejé dormir: porque ayer decidí desobedecer su orden explícita de no atenderme sin su autorización. A veces por esta necesidad que tengo de buscar su exigencia y su atención como sumi, urdo estrategias para ponerlo a prueba, para desobedecer y encontrar una reacción acorde, para encontrar el tipo de dureza y firmeza que anhelo y fantaseo tan desesperadamente.

Ayer lo puse en una mala situación. Me toqué sin su permiso solo con el objetivo de enfadarlo, de obtener un orgasmo que lo enojara lo suficiente como para ser corregida sin piedad – como sabrán las otras sumis que me lean, este tipo de impulsos responden más a nuestra fantasía que a lo que nos espera en la realidad -. Pero tampoco funcionó, porque la culpa me comió y solo llegué a rozar mi clítoris con los dedos antes de cuestionarme que hacía, y contarle la verdad. Mi Amo estaba en camino a casa desde el trabajo cuando le escribí, y esa frialdad con la que me dio la orden de desnudarme y esperarlo de rodillas con mi collar me dejó de piedra, atragantada en aflicción y autodesprecio.

Desde que atravesó esa puerta hasta que terminó mi castigo no pude ver su rostro, no me lo permitió. La distancia de la decepción que sentía por su parte me tenía el cuerpo helado y sudoroso, las axilas y muslos pegados al cuerpo, la respiración acelerada y superficial. Sentir la intensidad de los azotes y la culpa de saberme en falta me dejaron en un estado de sobreestimulación que hizo patente mi inexperiencia: apareció en mí una rabia primitiva, infantil y propia de una sumisa que no ha cumplido su temporada de entrenamiento. La rabia por ser una mujer que necesita esto, que desea esto, y que está sobre las rodillas de su pareja siendo avergonzada con palabras sobre su mal comportamiento, un castigo que ella misma produjo y provocó. La rabia por no tener a Lior, a quien amo, sino a mi Amo, de quien por momentos siento susto. La rabia por no poder alzar la mirada y pedirle una mirada de vuelta, por obedecer a Su palabra y saber mi lugar.

Cuando estaba en el rincón, no podía pensar simplemente en mi desobediencia y en lo que se espera de mí. Pensaba en todo este conflicto interno, y en las muchas ganas que tenía de perderme en su abrazo. Así fue, sus manos calmaron el dolor físico y emocional, pero yo pasé la tarde y la noche llorando sin lágrimas por mis dudas.  No porque considere que tienen el sentido suficiente como para volverse un cuestionamiento real, sino porque me apena sin más su existencia, el hecho de que aparezcan y no las pueda evitar. ¿Te pasa también a ti, otra sumi que me lee? 

Por eso sobreviví la noche medio dormida, despertando y preguntándole a mi Amo si estaba molesto. Era un reflejo de mi propia molestia por el espacio que ocupa esta rabia primitiva, y por la angustia que genera este primer tiempo de formar mi identidad como sumisa y no solo como Haba. La bruma me condensa y para estos casos mi única salida es sentirme segura en su reconocimiento. No nos permití dormir por este miedo que tengo a esa parte mía, esa que se revela; porque creo que esa parte mía ni siquiera es mía, sino que es social, es familiar, es parte de mi subjetividad como persona que ha crecido en un mundo conservador donde la vida que vivimos hoy – Lior y yo – no aparece como opción.

Eso fue lo que pasó. 

¿Me entiende Amo?

Lo quiero tanto. Tanto.

Mi cabeza a veces vuela, pero yo estoy aquí. 

2 comentarios en “Conflictuada”

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