
Los aspersores del edificio resuenan con insistencia. Vivimos en un cuarto piso de doble escalera.
La miro a ella, como duerme con sus brazos estirados sobre la cabeza en un gesto espontáneo. Puedo sentir la hinchazón en las venas de mis manos por tocarla y usarla, su vulva allí expuesta en vitrina para mis ojos, sería tan fácil invadirla y quitarme este ímpetu. Su humedad mal habida… supuestamente es el Amo quien controla a la sumisa. Pero esta animalidad de la que ella escribo, y que me parece certera, me hace pensar lo contrario. Me parece que es muy consciente del poder que tiene sobre mí con su cuerpo y esa melena. Y me parece que hoy no podré usarla, no en este estado, con la necesidad tan evidente del descanso.
Recuerdo cuando conocí a Haba. Una tarde de viernes en un barrio de bares de nuestra capital, en una reunión planeada como tantas otras del ámbito Ds. Ella estaba en el centro de una pileta, plantados sus pies con seguridad. La vi a lo lejos y me quede observando. Percibí la sencillez y el criterio de su vestimenta, enfoqué su cabellera espesa y leonina, sus curvas bajando delicadamente a encajarse en el tamaño de esos muslos, la cintura estrecha en una espalda altiva, lejana a la postura esperada de la sumisión. En un respiro sentí que mi postura de Amo se venía abajo por el atractivo que me produjo por sí misma, el hecho simple de verla como un espécimen tan sexual de mujer. Una sensación nueva e intrigante se metió por mi médula.
Luego de un abrazo simple nos metimos a un bar y nos cambiamos dos veces de lugar. La tenía sentada frente a mí con una mesa como ancla de por medio, pero me costaba parecer firme frente a sus ojos verdes que lo examinan todo. Me veía a mi mismo intentando disimular mi vergonzoso nerviosismo y mi falta evidente de control. Pienso que ella lo notó y en un movimiento inesperado bajo su cabeza para voltear mi brazo y besar tiernamente la cara interna de mi mano. Fue ese gesto de complacencia, en la humedad de sus labios, que volví a ser yo, retome la seguridad e inicie el camino para convertirme en su Amo.
Haba sigue en un sueño profundo. No la tocaré. Siempre tendremos otros momentos.
Gracias por dejarme dormir como una chiquiturris. Lo amo mucho mi Amo ❤️